domingo, 20 de septiembre de 2009

EL RENACIMIENTO
1.- INTRODUCCIÓN
Se alude frecuentemente a la admiración por la Antigüedad clásica como motivo determinante de la gran revolución cultural que provoca el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Pero debe entenderse que este “renacer” de aquel mundo pretérito, no se limita a la admiración por unas determinadas formas de arte, sino que tiene un alcance mucho mayor: lo que buscan hombres y mujeres del siglo XVI es un nuevo concepto de la vida que les permita contemplarse con una nueva escala de valores. Así, mientras la Edad Media había situado a Dios en el centro de su universo y considerado la existencia terrena como una estación de paso para conquistar la vida eterna, el Renacimiento trastrueca los valores y las personas se colocan en el centro de un mundo que consideran digno de ser vivido por sí mismo. La tierra ya no es un valle de lágrimas, sino un lugar de goce; la inteligencia ya no es una débil lucecilla que nada vale sin la revelación divina, sino faro potente que puede descubrir todos los misterios; el cuerpo no es el mal, sino la fuente de placer que justifica y hace hermoso el vivir. En definitiva, una nueva concepción antropocéntrica y materialista de la vida desplaza el teocentrismo. De esta nueva valoración del ser humano nació la palabra “Humanismo”, una corriente de pensamiento que da sentido a esta nueva forma de entender el mundo.

2.- CRONOLOGÍA
El Renacimiento puede dividirse en dos mitades que corresponden exactamente a los dos monarcas entre quienes se reparte el siglo: período de Carlos I (1517-1556) y período de Felipe II (1556-1598). Durante el primero, España sigue las corrientes universalistas del Renacimiento y marcha a la par, en cuanto a las directrices generales, con el resto de Europa; en el segundo, se dan los caracteres más típicos y personales de nuestras letras y nuestras artes.
Durante el reinado del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, nuestro Renacimiento sigue la directriz paganizante que predomina en toda Europa: es el momento de recepción de los influjos extranjeros, predominantemente italianos, comenzado ya, como sabemos, a finales del siglo XV, pero que sólo llega a su plenitud con Garcilaso y sus seguidores. Bajo Felipe II, periodo de asimilación, las tendencias renacentistas paganas se cristianizan, España se encierra dentro de sí misma preparando la época nacional que ha de venir enseguida: es el momento de la Contrarreforma (1), de la ascética y la mística, de los grandes poetas religiosos. España se aísla de los

(1)El proceso de reforma empezó en Alemania cuando el monje agustino Martín Lutero denunció en 1517 la venta de indulgencias ( documentos papales que , a cambio de limosnas , otorgaban el perdón de los pecados ) que el papa León X había estipulado para pagar los gastos debido a la construcción de la basílica de San Pedro. Frente a esto, el Papa le solicitó a Lutero que se disculpara y ante su negativa fue excomulgado. La reacción de la iglesia católica contra la reforma luterana se conoce como Contrarreforma. Esta consiguió la reorganización de la iglesia católica, instaurando una rígida disciplina y el valor de la autoridad papal. Los dos elementos más importantes de este proceso fueron la creación de la compañía de Jesús y el concilio de Trento. La compañía de Jesús fue una orden religiosa el servicio del Papa, robusteciendo el catolicismo. Los jesuitas profesaban los votos de pobreza, castidad y obediencia al papa. Ejercieron una influencia de renovación en el interior del clero y difundieron la fe católica tanto en Europa como el resto del mundo. El concilio de Trento trató de rebatir al luteranismo.

movimientos culturales e intelectuales europeos hasta el punto de que Felipe II prohíbe estudiar en Europa, convirtiéndose en adalid de una política religiosa intransigente y contrarreformista.

3.- LA FILOSOFÍA
El Renacimiento no creó una filosofía positiva, sino que se limitó a ejercer una crítica racionalista a la escolástica medieval, a sus dogmas, y a resucitar algunos aspectos de la filosofía clásica. Gozaron de una especial aceptación las corrientes filosóficas que atendían a la vida moral, como el escepticismo que procuraba no emitir juicios, sino opiniones: no digas "Así es", sino "Me parece que es". El estoicismo renacía ahora porque se avenía muy bien con la exaltación de la dignidad moral del hombre, con su sometimiento a las leyes de la naturaleza y su aceptación del sufrimiento. Y, sobre todo, el epicureísmo porque respondía al nuevo concepto hedonista de la vida que tenía como norte el placer, si bien equilibrado por la inteligencia.
Platón es rescatado por los pensadores renacentistas: en contraste con el escolasticismo medieval, para el que el hombre es relativamente insignificante, el neoplatonismo renacentista afirma que la belleza de los seres materiales es un reflejo de la divina, por lo que el amor y la admiración por aquéllos puede conducirnos a la divinidad. La mujer, el arte y la naturaleza son las tres fuentes principales para llevarnos a Dios. Revaloriza el potencial de la experiencia y las obras humanas como herramientas para conocer y dominar la naturaleza. El nuevo ideal del hombre aparece así como la encarnación de un universo creado a su imagen y semejanza.
En este sentido es importante destacar la obra de Baltasar de Castiglione (1478-1529), El Cortesano: mientras el hombre medieval había despreciado el cuerpo en beneficio del espíritu, el renacentista busca la plenitud de un desarrollo armónico de todas las facultades, tanto espirituales como físicas. A esta concepción responde la figura ideal del cortesano creada por Castiglione: mientras el hombre medieval se había polarizado en una actividad (era un hombre de armas, un clérigo, un burgués…), el cortesano debe ser tan experto en las armas como en las letras, ha de saber conjugar las maneras más refinadas con el valor en el combate, cortejar a las damas y tañer los instrumentos con que acompañar su propio canto, estar tan preparado para el riesgo como para el placer. La obra fue traducida al castellano por Juan Boscán.

4.- EL HUMANISMO
Aunque esta denominación se da corrientemente a los meros estudiosos del latín o del griego, interesados en problemas filológicos o eruditos, su significado tiene un alcance mucho mayor, pues los textos antiguos se estimaban también porque conducían a la nueva concepción del hombre, centro y finalidad de todas las cosas, de la que aquellos textos eran depositarios. Es el aspecto intelectual del Renacimiento. Sus precursores habían sido Petrarca y Bocaccio, escritores italianos que vivieron en Florencia en el siglo XIV. Conocedores de la lengua latina, tradujeron, imitaron y buscaron en los textos de la antigüedad una nueva sensibilidad acorde con los nuevos tiempos y concluyeron que la verdadera sabiduría reside en el conocerse a uno mismo.
El Humanismo es un movimiento cultural que confía en el ser humano, en el poder de la razón y en la experiencia para alcanzar la realización personal. Para lograr sus objetivos los humanistas buscan en la antigüedad clásica grecolatina los modelos para construir una sociedad mejor en la que el hombre moderno pueda desarrollarse íntegramente; y para conocer a fondo a los clásicos estudian el latín y el griego. Ellos quieren beber directamente de las fuentes del clasicismo sin intermediarios que pudieran distorsionarlos. Así los estudios filológicos adquieren un enorme desarrollo.

5.- EL ERASMISMO O HUMANISMO CRISTIANO
Entre las grandes corrientes de pensamiento que tuvieron mayor influjo en la Europa del Renacimiento, merece destacarse la impulsada por Erasmo de Roterdam (1465-1536), que de él tomó su nombre. Hombre de enciclopédico saber, publicó numerosos libros sobre los temas más diversos, pero debió su fama especialmente al Elogio de la locura y al Enchiridion o manual del caballero cristiano. Erasmo propugnaba un cristianismo interior, sin liturgia ni aparato de culto, ni fórmulas externas, es decir, una actitud que preludiaba la reforma protestante. Defendía una mayor pureza de costumbres y censuraba las supersticiones y abusos que se habían introducido en la religión y la relajación de los clérigos. La resonancia de los escritos de Erasmo fue extraordinaria, porque la mayor parte de los excesos que denunciaba eran evidentes.
España fue uno de los países donde el influjo de Erasmo fue mayor. No solamente siguieron sus ideas gran parte de los escritores de la época del Emperador y numerosos humanistas, sino incluso destacados hombres de la Iglesia. Con el triunfo de la Contrarreforma en España la influencia de Erasmo quedó reducida a brotes aislados. La oposición al protestantismo traía aparejada la repulsa de los libros de Erasmo. Luis Vives fue el humanista español que, a pesar de no haber escrito ninguno de sus libros en castellano, adoptó de manera más ferviente los ideales propugnados por Erasmo. Cabe destacar la importancia de Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la lengua castellana, y la de Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, autor de obras sobre el lenguaje, ediciones y traducciones de los clásicos y anotaciones a la obra de Garcilaso.

6.- LA LITERATURALa forma, que durante la Edad Media había sido considerada como un elemento accesorio, al servicio de la intención didáctica, adquiere ahora la importancia de algo valioso por sí mismo. La belleza, reflejo de Dios, es desde ahora la meta capital del artista, y la Naturaleza, ya directamente observada, ya asimilada a través de los clásicos, la fuente principal de inspiración.
El Renacimiento se recrea en las más exquisitas delicadezas formales y cultiva un arte selecto para minorías, artificioso y literario.

7.- EL IDIOMANebrija impulsa el castellano al presentar ante los Reyes Católicos su gramática, sin embargo la ascensión del idioma no había hecho más que empezar. Todavía Garcilaso se lamenta, en 1533, del escaso cultivo del idioma de Castilla (“Yo no sé que desventura ha sido siempre la nuestra que apenas ha nadie escrito en nuestra lengua, sino lo que se pudiera muy bien excusar”). A partir de entonces, durante el primer período áureo, poetas y prosistas hacen perder al idioma su rudeza y lastre medieval, poniéndolo a la par de los idiomas clásicos. Nuestra lengua se difunde por todos los países de Europa, es además la lengua de la diplomacia por excelencia. Así lo afirma Castiglione cuando dice que cualquier intelectual europeo sea italiano, francés o alemán debe saber castellano.
En cuanto al estilo, durante la época del Emperador Carlos V, se considera como ideal la naturalidad, el cultivo de una lengua hermosa, sencilla y clara, huyendo de la acumulación de sinónimos y de los artificios. Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua representa el ideal de la lengua: “Escribo como hablo y dígolo cuanto más llanamente me es posible porque, a mi parecer, en ninguna lengua está bien la afectación”.
El lenguaje va evolucionando hacia la búsqueda de la belleza como motivo central de la obra literaria, prevaleciendo ésta frente a la importancia del contenido, preludiando lo que será la estética del Barroco.

8.- LOS TRES GRANDES TEMAS: EL AMOR, LA NATURALEZA Y LA MITOLOGÍAA. EL AMOR.
El proceso amoroso
El amor, definido en sentido platónico como deseo de belleza, nace como consecuencia de un extraño fluido que, partiendo de los ojos de la dama, llega a los del poeta y, a través de ellos, se adueña de todo su ser. El desdén o la ausencia de la amada provoca un efecto inmediato: el sufrimiento, un sufrimiento gozoso, según la poesía provenzal y Petrarca. Los neoplatónicos resolverán esta contradicción afirmando que el amor enajena al amante, el cual vive una especie de muerte personal, voluntaria y, por lo tanto, gozosa. A través de esa muerte ideal, llega al mundo de la belleza.
El amor es percibido como un servicio a un ser superior, pero, además es un destino, una razón para existir, una fuerza inexorable contra la que no se puede luchar, una gloriosa cárcel. El enamorado se encierra en sí mismo, se aísla del mundo y tan sólo se confía a la naturaleza y a la lengua literaria -la poesía- donde confiesa su sufrimiento sin atentar contra el principio de la discreción.
La poesía de la época se nutre de un caudal de lugares comunes -tópicos- que se podrían resumir en los siguientes:
1.- La pura exaltación de la belleza de la amada en los términos ya expuestos. Es descrita de forma arquetípica –descriptio puellae- como una dona angelicata: cabellos más rubios que el sol, tez blanca, cuello largo...
2.- Los intentos de precisar qué es el amor y cómo se manifiestan sus aspectos contradictorios. Para ello el poeta apelará al poder expresivo de oxímorons y paradojas: hielo abrasador, dulce llama, guerra que da paz...
3.- Las quejas por la indiferencia o el desvío de la amada. A veces no es la dama la que engaña; son los sentidos, la imaginación o los sueños los que hacen creer al poeta que su amor es correspondido (el sueño amoroso).
4.- El sufrimiento ocasionado por la ausencia.
5.- La esperanza, alimento del amante, único remedio eficaz contra la angustia de amar sin ser correspondido. Ni siquiera la muerte puede vencer este sentimiento del que nace la fe en el amor.
6. El conflicto entre el deseo amoroso y la razón. La pasión es un mar tempestuoso que arrastra al poeta y ofusca su mente. La razón es el buen puerto al que se llega tras el naufragio.
7.- El lamento por la muerte de la dama, sufrimiento que lleva al poeta a desear la suya.

B. LAS FUENTES CLÁSICAS: UNA MANERA DE REPRESENTAR LA NATURALEZA, LA VIDA Y LA MUERTELa Edad Media no desconocía del todo a los grandes autores grecolatinos pero su conocimiento estaba restringido a la minoría culta y eclesiástica que hablaba latín y que chocaba ideológicamente con la esencia vitalista y pagana de esas obras. El verdadero descubrimiento de los clásicos se inició en Italia de manos de Dante, Petrarca y Bocaccio. En el XV, el desarrollo de la burguesía y el de la imprenta favorecieron la generalización de la admiración por una cultura que marcó decisivamente la mentalidad y el arte renacentistas y la fisonomía espiritual del mundo moderno.
LA NATURALEZA. Una visión neoplatónica, el marco bucólico.
La naturaleza del Renacimiento sigue los cánones de la tradición bucólica. Su fuente principal son las Bucólicas (o Églogas) de Virgilio, cuya tradición recogerá Sannazaro en su novela pastoril La Arcadia.
En estas obras queda fijado un género que mantendrá siempre dos componentes fundamentales:
1. La transfiguración pastoril del poeta que, desdoblado en pastor, tiene la oportunidad de expresar sus sentimientos amorosos. Obviamente, los pastores bucólicos tienen poco de rústicos; son cortesanos con traje literario de pastor, son cultos, refinados, exquisitos artistas del ejercicio poético y musical, a través de cuyas manifestaciones subliman sus penas amorosas.
2. El estereotipo paisajístico del locus amoenus (lugar agradable), escenario idealizado que integra un conjunto de elementos naturales armónicos y serenos: una arboleda, hierba siempre verde y salpicada de flores, una fuente, un río, aves cantarinas, una brisa fresca y perfumada... Una recreación platónica de la naturaleza que, aparte de su función estética, tendrá diversos significados simbólicos en relación con el estado anímico del poeta:
-simple marco campestre en el que los enamorados viven sus amores y desamores.
-espejo del amor y de los estados de ánimo de los enamorados. Es una naturaleza condoliente que comprende al poeta y se compadece de su aflicción (la fuente llora, las aves cantan sus penas...). En ocasiones lo que refleja es la belleza de la dama con la cual compite.
-confidente del enamorado
-naturaleza indiferente que contrasta en su alegría con los sufrimientos del poeta.

C. RECREACIONES MITOLÓGICAS
La literatura de la Antigüedad proporcionaba materia inacabable, pero de modo especial Las Metamorfosis de Ovidio. Los escritores renacentistas recrearán los mitos clásicos que para ellos representan un mundo lejano y fascinante. Lo harán de varias formas:
-con alusiones concretas, sin apenas desarrollo.
-creando un ambiente mítico como el de la égloga III de Garcilaso, lleno de toda la variedad mitológica de ninfas, náyades, faunos...
-reconstruyendo todo un episodio mitológico.
La poesía amorosa del XVI rebuscó en la mitología los aspectos relacionables con las situaciones representadas en los poemas convirtiendo en tópicos muchos episodios mitológicos: Apolo y Dafne se convertirán en símbolo del rechazo amoroso; el descenso de Orfeo al reino de los muertos será la ilustración de la fidelidad, del poder del amor frente a la muerte; la caída de Faetón y la de Ícaro serán ejemplo de soberbia y osadía del amante...

TEMAS HORACIANOS: el Carpe diem y el Beatus ille
El enfoque renacentista de la existencia humana descubrió en la poesía de Horacio respuesta a muchos interrogantes. El pensamiento horaciano partía de la exhortación al goce del presente, ya que la vida es corta y la muerte se presenta sin aviso. Pero ese goce de los placeres debía ajustarse a un principio de moderación natural y de conformidad con lo que se posee. ¿Dónde poner en práctica ese ideal de vida? En pleno contacto con la naturaleza, en la paz del campo a donde no llegan los ecos del tráfago mundano (beatus ille)
La invitación horaciana a gozar del presente constituye un tópico literario que pocos poetas de los siglos de oro dejaron de tratar. Recibe el nombre de carpe diem (disfruta del día, aprovecha el momento) del último verso de la Oda I del autor latino. No obstante cuando los poetas lo utilizan en composiciones amorosas, la estructura del poema se adapta a otro tópico, el de collige, virgo, rosas (coge, doncella, las rosas), tomado de una elegía de Ausonio, en la que se añade el motivo de la rosa como símbolo de la belleza efímera.
Ambos tópicos superan con su invitación vitalista el comtemptus mundi medieval y excluyen a la muerte como tema central de la poesía renacentista. Si aparece, lo hará como antítesis de la vida y el amor.
De Horacio y de la literatura bucólica llegará también un tema predilecto en el Renacimiento: el beatus ille (felíz aquel) o la oposición campo-ciudad. Se exaltará el primero (símbolo de paz y sosiego) y se rechazará la segunda (símbolo de la vida trabajosa y bulliciosa de corte). El nombre del tópico viene de una composición de Horacio.

9.- LA LÍRICA RENACENTISTA.
EL TRIUNFO DEL ITALIANISMO EN ESPAÑA
A la época del emperador corresponde la definitiva introducción en España de la poesía italianista, que había sido intentada sin éxito en el siglo XV por Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana y sus Sonetos fechos al itálico modo. Dicha poesía entrañaba una renovación de contenido, de métrica y de estilo y representaba la sustitución de la poesía tradicional, de carácter popular, ligero, entretenido y de fácil comprensión, por un estilo artificioso, culto, cuajado de expresiones metafóricas y elaborado cuidadosamente. Para dar cauce a este nuevo sentir poético no era adecuado el octosílabo, demasiado ligero, ni el dodecasílabo, excesivamente pesado y monótono. Así, con la introducción del endecasílabo, encuentra sus posibilidades de expresión todo un mundo de ideas y de temas nuevos, que no hubiera podido hallar su cauce dentro de los populares ritmos tradicionales.
Se cita siempre como causa determinante de la introducción de la poesía italianista en España la invitación hecha a Boscán, en la primavera de 1526, por el embajador veneciano Andrea Navagero, que le indujo a ensayar la métrica y los temas italianos. Nos inclinamos a creer que sin esta anécdota el italianismo hubiera triunfado igualmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario